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Julio Rodriguez Ledesma

Datos para una biografía

Julio Rodríguez Ledesma es un compositor, escritor, intérprete y estudioso del folclore.
Nació en Guanaco Sombreana, Departamento Atamisqui, el 12 de Abril de 1943. Autodidacta. Creador y director de la revista “Savia Argentina” que editó diez números. Dicta conferencias sobre folclore en distintos lugares del país. Creador de la primera y única biblioteca folclórica americana itinerante con la que recorre el país, y de la primera biblioteca folclórica de Santiago del Estero en la recordada Asociación La Urpila.

Organizó la primera exposición de la poesía Casti-quichua ilustrada en 1976 también en La Urpila. Creador del Seminario didáctico Folclórico que lo viene desarrollando desde Cosquín a todo el país. Creador y conductor del programa radial “El alma de Buenos Aires” en radio Excelsior de la Capital Federal con el que obtuvo el “Gardel de Oro” en 1985. También tuvo programas radiales en Radio Splendid, Radio Nacional, Folclorísimo, todas de Capital Federal. Fue distinguido con el “Cóndor de Oro” de la Fundación Roberto Firpo en 1986. “Gran placa del aporte cultural” en 1985 organizado por Trincheras Santiagueñas. Fundador de la Fiesta del Árbol que se realiza todos los años en el mes de Julio de la ciudad de Santiago del Estero. Obras: “Memorias folclóricas santiagueñas” libro en tres tomos que abarca el período 1964/1986 en el que recorre el recuerdo de su barrio Tala Pozo (hoy Almirante Brown) hasta Buenos Aires con intervalos en festivales nacionales y provinciales en distintos puntos del país. “El criollo en América”. Temas: “Chacarera para un sufrir”, “De la Telera” (chacarera), “Oración de vidala”, “Cantorcito atamishqueño” (chacarera), todas con Leo Dan.

Extraído de “Diccionario biográfico cultural santiagueño” de María Teresa Pappalardo - 2007

Así escribe y cuenta

El tiempo transcurrido desde 1964 hasta 1976 marca una dicotomía profunda en el espíritu del santiagueño. Por un lado se inaugura el Dique Frontal del Río Hondo, el cual al colmarse su capacidad de embalse (33.000 Has) produciría el desastre de la inundación a consecuencia de las intensas y continuas lluvias, y por otro lado, se pierde para siempre la centenaria acequia de los Jesuitas, la que con el nombre de Avenida Belgrano simbolizaba la primera obra construida por los españoles en la República Argentina. Acequia de agua limpia, repleta de añosos álamos en sus orillas, llena de puentes intermedios y sillones con respaldos en sus esquinas hechos con ladrillos y cemento. Su dirección era norte a sur y partía por el medio a la ciudad. Ciérrase también para siempre la Acequia de la Avenida Sáenz Peña, brazo comunicante entre las acequias de la Avenida Belgrano y la Avenida Colón, perdiéndose todos sus árboles, la mayoría lapachos.

El boulevard existente dentro de la Avenida Moreno, llena de centenarias palmeras con más de 20 metros de altura, se las tira abajo y se pierden para siempre. Pero el más grande Boulevard con paseo intermedio, el de la Avenida Pedro León Gallo, el que más árboles tenía, que comunicaba la Avenida Belgrano con la Avenida Moreno, también se lo destruyó para siempre. En ese paseo los vecinos celebrábamos con bailes las fiestas de Carnaval y allá por el 59, un muchacho alto y flaco, de unos 25 años más o menos, se destacaba bailando los nuevos ritmos. Era el llamado “Negro Caballete”.

La maldición de la devastación forestal se seguía cumpliendo no solamente en el campo sino también en el corazón de la ciudad.

(…) funcionaba un Centro de Artistas Plásticos denominado “La Urpila” (Urpila es una paloma torcaza así llamada regionalmente) en el mismo centro de la capital santiagueña, calle Abalón Rojas Nº 51, donde también se aglutinaban algunos jóvenes escultores en piedra, otros con su pasión por el estudio de la fotografía (tenían un taller de revelado) aunque su mayoría esta constituida por el grupo de jóvenes pintores. Un tradicional apellido santiagueño cedió esta vetusta, antigua y señorial casona en calidad de préstamo y allí se reunían estos muchachos cuyo término de edad calculamos en un promedio de 20 años. Dicha casona tenía varias habitaciones sin utilizar. Comenzamos a arrimarnos porque el común denominador de las reuniones lo constituía la guitarra y el canto. Con la música y la poesía reuníanse poetas, escultores, plásticos, músicos y hasta los profesores de enseñanza superior compartían esas reuniones donde la bebida permitida era el mate cimarrón. Entonces comenzamos a caer como carancho a su nido participando y observando el nivel de las conversaciones y gozando del clima bohemio que traslucía esa forma de vida dentro de la casona. De tal forma que viendo y comprobando la solidez de las dependencias sin uso y con la anuencia del Profesor Carlos Sánchez Gramajo, quién oficiaba de factótum en el Centro de artistas plásticos “La Urpila” solicitamos mediante nota correspondiente y haciendo constar los fines a propender, una de las dependencias vacías para proceder a la fundación de una Biblioteca dedicada exclusivamente al folclore.

(…) Y como dice el tango “Justo el 31”, del filósofo del tango Enrique Santos Dicépolo, el 31 de Julio por la noche del año 1976, las fuerzas armadas del SIDE (Servicios de Informaciones del Ejército) rodearon nuestros domicilios armados hasta los dientes.

En cada domicilio acordonaron la manzana íntegra.

Invadieron las casas de los de la Bibliofolc.

Llevaron presos a los de “La Urpila”.

Allanaron totalmente la Biblioteca Folclórica Americana, se apoderaron del material bibliográfico, nos llevaron maniatados y amordazados, unos desaparecieron, a otros los mataron, algunos siguen presos, muchos nos salvamos y todavía cantamos (pero eso es otra historia)

Fragmentos de “Memoria Folclórica Santiagueña 1964-1976”

julio-rodriguez-ledesma.txt · Última modificación: 2015/05/26 09:34 por 127.0.0.1